La sabiduría comienza por honrar al Señor.
(1: 7)
Hijo mío atiende la instrucción de tu padre,
y no abandones la enseñanza de tu madre,
pues serán para ti un bello adorno
como un collar y una corona.
(1: 8/9)
Haz tuya mis palabras, hijo mío;
guarda en tu mente mis mandamientos.
Presta oído a la sabiduría:
entrega tu mente a la inteligencia.
Pide con todas tu fuerzas inteligencia
y buen juicio; entrégate por completo
a buscarlos, cual si buscaras plata o
un tesoro escondido.
Entonces sabrás lo que es honrar al Señor;
¡Descubrirás lo que es conocer a Dios!.
(2: 1/5)
No abandones nunca el amor y la verdad,
llévalos contigo como un collar,
grábatelos en la mente;
y tendrás el favor y el aprecio de Dios,
y de los hombres.
(3: 3/4)
Confía de todo corazón en el Señor,
y no en tu propia inteligencia.
Ten presente a Dios en todo lo que hagas,
y él te llevará por el camino recto.
(3: 5/6)
No abandones nunca el amor y la verdad;
llévalos contigo como un collar,
grábatelos en la mente, y tendrás el favor
de Dios y de los hombres.
(3: 3-4)
Confía de todo tu corazón en Dios y no en
tu propia inteligencia;
ten presente a Dios en todo lo que hagas,
y él te llevará por el camino recto.
(3: 5-6)
Honra a Dios con tus riquezas y con
los primeros frutos de tus cosechas;
así se llenarán a reventar tus graneros
y tus depósitos de vino.
(3: 9-10)
Feliz el que halla sabiduría...el que obtiene
inteligencia, porque son más provechosas
que la plata, y rinden mayores beneficios
que el oro.
(3: 13-14)
Antes que cualquier cosa, adquiere sabiduría
y buen juicio; ámala y te enaltecerá....
abrázala y te honrará, ¡e obsequiará con la
más bella guirnalda, y te coronará con ella!.
(4: 7-8-9)
Vale más la sabiduría que piedras preciosas;
¡ni lo más deseable se le puede comparar!
(8: 11)
Dale al sabio, y se hará más sabio;
enseña al hombre bueno y aumentará su saber.
(9: 9)
El hijo sabio alegra a sus padres,
el hijo necio los hace sufrir.
(10: 1)
Las riquezas mal habidas no son de provecho,
pero la honradez libra de la muerte.
(10: 2)
Al hombre bueno se le recuerda con bendiciones,
al malvado, muy pronto se le olvida.
(10: 7)
El odio provoca peleas,
pero el amor perdona todas las faltas.
(10: 12)
Ir tras la justicia conduce a la vida,
pero ir tras la maldad conduce a la muerte.
(11: 19)
Hay gente desprendida que recibe más de lo
que da, y gente tacaña que acaba en la pobreza.
(11: 24)
Amar la disciplina es amar el saber,
odiar la reprensión es ser ignorante.
12: 1)
La mujer ejemplar hace de su marido un rey,
pero la mala esposa lo destruye por completo.
(12: 4)
El perezoso desea y no consigue,
el que trabaja, prospera.
(13: 4)
La enseñanza del sabio es fuente de vida
y libra de los lazos de la muerte.
(13: 14)
El hombre bueno deja herencia a sus nietos,
el pecador amasa fortunas que serán del justo.
(13: 22)
Quien no corrige a su hijo, no lo quiere;
el que lo ama, lo corrige.
13: 24)
La mujer sabia construye su casa;
la necia, con sus propias manos la destruye.
(14: 1)
El honrar a Dios da una firme esperanza
que da seguridad a los hijos.
El honrar a Dios es fuente de vida,
que libra de los lazos de la muerte.
(14: 26-27)
Ofende a su Creador quien oprime al pobre,
pero lo honra quien le tiene compasión.
(14: 31)
La justicia es el orgullo de una nación,
pero el pecado es su vergüenza.
(14: 34)
La respuesta amable calma el enojo,
la respuesta violenta lo excita más.
(15: 1)
Dios está en todo lugar..
vigilando a los buenos y a los malos.
(15: 3)
Dios no soporta la conducta de los malvado,
pero ama a quien vive una vida recta.
(15: 9)
Si a la vista de Dios están la muerte y el
sepulcro, ¡con mayor razón los pensamientos
de los hombres!
(15: 11)
El hijo sabio alegra a sus padres,
el hijo necio los menosprecia.
(15: 20)
Los planes son del hombre;
la palabra final la tiene Dios.
(16: 1)
Al hombre le parece bueno todo lo que hace,
pero Dios es quien juzga las intenciones.
(16: 2)
Dios no soporta a los orgullosos,
tarde o temprano tendrán su castigo.
(16: 5)
Vale mas lo poco ganado honradamente,
que lo mucho ganado en forma injusta.
(16: 8)
Tras el orgullo, viene el fracaso,
tras la altanería, la caída.
(16: 18)
Al que bien administra, bien le va:
¡Dichoso aquél que confía en Dios!
(16: 20)
Mas vale ser paciente que valiente;
más vale vencerse uno mismo
que conquistar ciudades.
(16: 32)
Más vale comer pan duro y vivir en paz,
que tener muchas fiestas y vivir peleando.
(17: 1)
La corona de los ancianos, son sus nietos,
el orgullo de los hijos, son sus padres.
(17: 6)
Quien pasa por alto la ofensa
crea lazos de amor;
quien insiste en ella, aleja al amigo.
(17: 9)
El testigo falso no quedará sin castigo;
el mentiroso no saldrá bien librado.
(19: 5)
El vino hace insolente al hombre;
las bebidas fuertes lo alborotan,
bajo sus efectos nadie actúa sabiamente.
(20: 1)
El que maldice a su padre o a su madre,
morirá en la más espantosa oscuridad.
(20: 20)
Lo que al principio se adquiere fácilmente,
al final no es motivo de alegría.
(20: 21)
Nunca hables de tomar venganza;
confía en Dios, y él te hará triunfar.
(20: 22)
Al hombre le parece bien todo lo que hace,
pero Dios es quien juzga las intenciones.
(21: 2)
Practica la rectitud y la justicia,
pues Dios prefiere eso a los sacrificios.
(21: 3)
Las riquezas que se obtienen por medio
de mentiras, son ilusión pasajera de los
que buscan la muerte.
(21: 6)
El que busca ser recto y leal,
encuentra vida y honor.
(21: 21)
El que tiene cuidado de lo que dice,
nunca se mete en aprietos.
(21: 23)
Mas vale tener buena fama y reputación,
que abundancia de oro y plata.
(22: 1)
El rico y el pobre tienen algo en común,
a los dos los ha creado Dios.
(22: 2)
La humildad y la reverencia a Dios,
traen como premio, riquezas,
honores y vida.
(22: 4)
Dale buena educación al niño de hoy,
y el viejo de mañana jamás la abandonará.
(22: 6)
No abuses del pobre por ser pobre,
ni oprimas ante los jueces al indefenso;
pues Dios saldrá en su defensa,
y reprimirá a quienes los opriman.
(22: 22-23)
No tengas envidia de los pecadores,
antes bien, honra siempre a Dios.
entonces tendrás un buen fin, y tu
esperanza jamás será destruida.
(23: 17-18)
Atiende a tu padre, que te engendró,
no desprecies a tu madre cuando sea anciana.
Compra la verdad y la sabiduría,
la instrucción y el entendimiento,
¡y no los vendas!.
El padre del hijo bueno y sabio
tiene razón para estar feliz y orgulloso;¡
Haz, pues que tu padre y tu madre
se sientan felices y orgullosos!
(23: 22-23-24-25)
Con sabiduriíta se construye la casa,
y con inteligencia se ponen sus cimientos;
con conocimientos se llenan sus cuartos
de objetos valiosos y de buen gusto.
(23: 3-4)
No te enojes por causa de los malvados,
ni sientas envidia de los perversos,
porque el malvado no tendrá un buen fin:
¡el malvado se apagará como una lámpara!
(24: 19-20)
No declares sin razón contra tu prójimo,
ni hagas afirmaciones falsas.
No pienses jamás en vengarte,
haciéndole al otro lo mismo que él
te hizo.
(24: 28-29)
La paciencia calma el enojo;
las palabras suaves rompen la resistencia.
(25: 15)
Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer,
si tiene sed, dale de beber;
así harás que le arda la cara de vergüenza,
y Dios te lo pagará.
(25: 21-22)
No presumas del día de mañana,
pues no sabes lo que el mañana traerá.
(27: 1)
Deja que sean otro los que te alaben,
no está bien que te alabes tú mismo.
(27: 2)
Huye el malvado sin que nadie lo persiga,
más el justo esta confiado como un león.
(28: 1)
Los hombres malos no entienden el juicio,
más los que buscan a Dios, entienden
todas las cosas.
(28: 5)
El que encubre sus pecados, no prosperará,
más el que los confiesa, y se aparta
alcanzará misericordia.
(28: 13)
El hombre de verdad tendrá muchas bendiciones;
pero el que se apresura a enriquecerse, no será
sin culpa.
(28: 20)
Toda palabra de Dios es limpia;
El es escudo a los que en él esperan.
(30: 5)
Mujer virtuosa ¿quién la hallará?
porque su estima sobrepasa largamente
a la de las piedras preciosas.
El corazón de su marido está en ella confiado.
Le da ella bien y no mal,
todos los días de su vida.
(31: 10-11)
Engañosa es la gracia, y vana la hermosura,
la mujer que teme a Dios, esa será alabada.
(31: 30)