El reflejo del añejo, una sutileza
de consuelo.
Como el alba que trae la calma
al dejar agitada mi alma.
La añoranza de quien soy,
donde voy, como caminante sin razón.
Habitando lo que ando, me
duele tanto,
y en ese dolor descanso, en
los brazos de mi creador.
El sostiene, la distancia
que duele,
el recuerdo ausente, del
amor presente.
Me atrae el comenzar, como
principiante,
mirando hacia delante,
camine errante.
Aprendiendo, con el dolor
ardiendo, consolado sin saberlo,
en el guion del universo, así
recuerdo mi comienzo.
Quedé
casi sin aliento, cuando llego mi
complemento.
El nuevo intento, el amor como
instrumento,
el aire de refuerzo, el
empujón eterno,
el pensamiento de la creación,
el Amor como alimento a mi corazón.
Quiero volver, cómo gitano,
caminando el llano de mi vejez,
tengo fuerzas para empezar otra vez.
Pero tengo el recuerdo, que me
consume por dentro,
lo vivo a cada momento, es el motor
de mi vigor,
la fuente, qué me extiende el
caminar mejor,
soy quien soy, por vivir este amor.
Me llena, me condena, es total mi
entrega,
mi esclavitud no es
pasajera,
es la prueba, de conocer a Dios