Sobre los AdventistasDenominación de una de las sectas norteamericanas de corte adventista más numerosa en todo el mundo (unos dos millones y medio de adeptos). Fruto social de la frustración generada entre los inmigrantes europeos en Estados Unidos por las duras condiciones de vida (C. Vidal), en términos generales sus miembros (Blandre) son captados en ambientes sociales inclinados al resentimiento no-militante, v. gr.: amas de casa, obreros sin cualificar, clase media baja en proceso de proletarización, etc. HistoriaSu punto de partida lo constituyen las interpretaciones especiales de William Miller en relación con Daniel 8,14; basándose en las cuales profetizó el Fin del Mundo para el año 1843. Al sobrevenir el fracaso, Miller anunció el Fin del Mundo para el 21 de marzo de 1844, el 18 de abril de 1844 y el 22 de octubre de 1844 (Francis D. Nichol, The Midnight Cry, pp. 457 y ss). Paradójicamente este último fracaso proporcionaría a la secta uno de los puntales de su teología. El 23 de octubre de 1844, uno de los adeptos, llamado Hiram Edson, comunicó que había experimentado una visión en la que había experimentado una visión en la que había contemplado cómo Cristo llegaba hasta un altar en el cielo. De esto se dedujo que Miller no se había equivocado en cuanto a la fecha, sino que sólo había errado en el lugar hacia el que se dirigiría Cristo. Posteriormente el Fin del Mundo volvería a ser anunciado por la secta en repetidas ocasiones entre ellas 1854 y 1873. El personaje central en la historia de la secta lo constituye Ellen G. White, cuyos escritos son considerados por la jerarquía y los adeptos de los Adventistas de Séptimo Día tan inspirados por Dios como la Biblia, una de las características obvias de las sectas (en el mismo sentido, M. Guerra Gómez, Los NMR, p. 64). El exhaustivo análisis del Dr. Ronald Numbers (Prophetess of Health, Knoxville, 1992, pp. 202 ss) obliga a aceptar que la señora White sufría de una evidente falta de salud moral y mental, un extremo que ya había sido señalado por autores como Walter Rea (La mentira White, Zaragoza, 1988) y C. Vidal (El infierno de las sectas, Bilbao, 1989), lo que no impidió su papel decisivo en la configuración final de esta secta. De ella procede, sustancialmente, el armazón doctrinal del adventismo: negación de la inmortalidad del alma, calificación de la como la Gran Ramera del Apocalipsis a la vez que las iglesias protestantes son las hijas de la Ramera (E. White, El conflicto de los siglos, pp. 433 y 434), imposición de un sistema de alimentación pseudo-levítico, creencia en tesis anticientíficas como el vitalismo, vegetarianismo a ultranza de los dirigentes, consideración del domingo como la marca de la Bestia debiendo ser el día de precepto el sábado, obtención de repetidas sumas de dinero de los adeptos, etc. En muchos casos, los Adventistas del Séptimo Día han sido un precedente de las características más escandalosas de las sectas del siglo XX: utilización de actividades como los cursillos para dejar de fumar con fines proselitistas (Acuerdos del Consejo de la Unión, publicados en la Revista adventista, octubre de 1984), obligatoriedad de cuotas económicas considerables y repetidas de cuotas económicas considerables y repetidas para pertenecer a la secta (Manual de la Iglesia, p. 57), creación de negocios en los que deberían depositar su dinero los adeptos (Información sobre el Escándalo Davenport en Time de agosto de 1982), intento de infiltración en entidades supraeclesiales apareciendo como una iglesia más (G. L. Crosbie, Seventh Day Adventists in New Zealand and Australia, 1958) -si bien esta última táctica, salvo el caso de la FEREDE en España, ha tenido escasos resultados- creación de organismos y publicaciones paralelas que defiendan a la secta de los ataques externos como si se tratara de voces independientes (Conciencia y Libertad) y presunta manipulación de jóvenes en campamentos de entrenamiento para la crisis final (fin del mundo) de los que se jacta la propia revista oficial de la secta (Revista Adventista, octubre de 1979). No deja de ser interesante que en sus propios estatutos de 1994 se haga referencia a una serie de organizaciones que son mencionadas de manera propagandística por parte de la secta para justificar sus puntos de vista pero que pertenecen en realidad a la misma. Tal es el caso de la Liga de salud y temperancia (LIST), la Asociación internacional para la Defensa de la libertad religiosa, la Agencia Adventista para el Desarrollo y recursos asistenciales (ADRA), Naturalia, etc. Asimismo se hace referencia a empresas que dependen de la misma en áreas como negocio editorial (Editorial Safeliz) o de alimentación (Industria Alimentaria Granovita). En los últimos años la secta se ha encontrado en una situación difícil en repetidas ocasiones como consecuencia de informaciones publicadas sobre ella (Dr. Numbers, W. Rea, Informes IJZYS, Libertad sobre las sectas en España, Pilar Salarrullana, etc.) y de escándalos financieros que presuntamente salpicaban a buen número de sus más altos dirigentes (Asunto Davenport). En España, la secta interpuso en 1988 querella contra las asociaciones IJZYS y Libertad a causa de las informaciones que las mismas habían sacado a la luz en relación con ella. Como era de esperar, la querella fue desestimada al igual que el recurso que contra tal resolución interpuso la secta. A este revés judicial se sumó en 1997 otro al querellarse los adventistas contra uno de sus antiguos adeptos que había dado información sobre la secta en un programa de televisión. La querella de los adventistas dio origen a los Autos incidentales 125/1997 ante el Juzgado de primera instancia n.8 de Santa Cruz de Tenerife. Finalmente, quizá temiendo un nuevo revés, los adventistas decidieron desistir en sus pretensiones, lo que fue aceptado por el juzgado. DoctrinaEl especial camaleonismo de esta secta y su astucia a la hora de infiltrarse en ambientes tanto católicos como evangélicos ha causado el que algunos hayan caído en el error de considerarla una iglesia protestante más. No sólo es que el adventismo por definición es medular a la mayoría de las sectas sino que la ideología adventista está sectariamente viciada en la práctica totalidad de sus apartados. Así, su cristología, aunque reconoce la divinidad de Cristo, sostiene que Cristo es también el Arcángel San Miguel, tesis que de ellos han tomado los Testigo de Jehová. Su escatología niega tanto la inmortalidad del alma como la existencia del infierno y se caracteriza en lo relativo a la Segunda Venida por un anuncio enfermizo de fechas del fin del mundo que se han revelado falsas. Ambas características han sido también tomadas de ellos por los Testigos de Jehová, como reconoció el antiguo dirigente jehovista Raymond Franz, sobrino del actual presidente de la Wachtower. Este mismo autor ha señalado incluso que, salvo la creencia en 1914 como inicio del tiempo del Fin, prácticamente no existe ninguna diferencia esencial entre la teología de los Adventistas del Séptimo Día y la de los Testigos de Jehová. No está menos gravemente apartada del cristianismo la soteriología de los Adventistas. Por un lado, promete la salvación en base a obedecer ciegamente una serie de consignas judaizantes como el guardar el sábado, seguir una dieta pseudo-levítica, etc. y, por otro, contradice las doctrinas acerca de la expiación defendidas por todos los credos cristianos. Para los adventistas, Cristo realizó una expiación en varias fases, no teniendo lugar la misma en la cruz sino en el año 1844, año de incumplimiento de una de sus profecías falsas. No debe olvidarse, y en esto como en los otros aspectos los adventistas son abiertamente sectarios, que es dogma de la Iglesia adventista el hecho de que las revelaciones de Ellen G. White son inspiradas por Dios y de la misma autoridad que la Biblia (otra característica indubitable de las sectas), y esto pese a que está fuera de discusión el carácter patéticamente erróneo de las mismas en la mayoría de los casos. Por último, debe hacerse referencia obligada al siniestro "double talk" o doble sentido que los dirigentes y adeptos de la secta dan a sus expresiones. Así, por citar uno de los ejemplos más significativos, cuando el adepto habla del "don de la profecía" como algo existente en la Iglesia, tanto católicos como protestantes (sobre todo si son de origen carismático) tienden a interpretarlo como una referencia al carisma del Espíritu Santo de la profecía. En realidad, los adeptos adventistas se están refiriendo a que Ellen White era una profetisa de Dios cuya autoridad es similar a la de las Escrituras. Esta facilidad para crear un efecto falso en sus oyentes -característica por otra parte de la mayoría de las sectas- explica el que un especialista de la categoría de Walter Martin pudiera llegar a creer momentáneamente que los adventistas no eran un grupo sectario. Las declaraciones últimas de W. Martin pusieron, sin embargo, de manifiesto que ya no sostenía ese punto de vista y que había sido engañado por la información manipulada que le entregaron los dirigentes adventistas. Esta hipocresía teológica aclara también el que los adventistas deseen ser reconocidos como un grupo protestante más -lo que no son- y participar en organismos ecuménicos, mientras sus publicaciones insisten en que la Iglesia Católica es la Gran Ramera y las iglesias evangélicas, las hijas de la Ramera. Una organización antisecta de Estados Unidos ha resumido recientemente las notas del carácter sectario del adventismo del séptimo día en base a seis aspectos: 1. Las profecías de Ellen White resultaron falsas:
2. Ellen White enseñó como inspirados por Dios conceptos científicos disparatados e incluso gravemente inmorales:
3. Ellen White enseñó como inspiradas por Dios afirmaciones que se contradicen con la Escritura:
4. Ellen White enseñó como inspiradas por Dios afirmaciones que eran meramente legendarias:
5. Ellen White formuló enseñanzas contradictorias pretendiendo que habían sido inspiradas por Dios:
6. Los escritos que Ellen White presentó como inspirados fueron, en buena medida, plagios y esta realidad es conocida -y ocultada- por algunos de los dirigentes adventistas (Carta de W. W. Prescott a W. C. White -hijo de Ellen White- del 6 de abril de 1915; carta de Vesta Farnsworth a Guy C. Jorgensen del 1 de diciembre de 1921; Arthur White -nieto de Ellen White- 18 de enero de 1981). El informe Veltman, encargado por la propia secta en un intento de limpiar la reputación de su profeta, dejó de manifiesto que Ellen White había utilizado de manera masiva material de otros autores (a pesar de presentarlo como inspirado por Dios). Como ha señalado D. R. McAdams, "si cada párrafo de La Gran Controversia llevara notas a pie de página de acuerdo con la práctica aceptada, dando crédito donde hay que darlo, casi cada tendría que llevar una nota a pie de página". La represión ejercida por las autoridades adventistas sobre aquellos que han osado sacar a la luz la verdad sobre la profetisa White -hasta la fecha el número de pastores sancionados supera ampliamente el centenar- pone de manifiesto hasta qué punto el Adventismo del Séptimo Día es una secta, que, por otro lado, ha dado origen a otras sectas. Escisiones importantes del Adventismo del Séptimo Día han sido la Sociedad Urantia -punto de conexión entre las sectas clásicas y las ufológicas- y los Davidianos, protagonistas de la tragedia de Waco. Fuente: Religiones
|